jueves, 18 de octubre de 2012

La unidad de la Iglesia (uno: música)

“Cómo mantener la unidad de la Iglesia”  es el tema que se nos planteó en clases de Escuela Dominical por estos días.
Es curioso,  el mismo tema se suscitó hace casi 2000 años en la carta del apóstol Pablo  a los  Corintios. A pesar de las serias intenciones, múltiples oraciones y cantidades de café en reuniones para conversar, la Iglesia evangélica chilena sigue en las mismas.
Se nos ha propuesto la tarea de escribir una reflexión,  intentaré  algo, no pretendo dar una receta ni de lejos saber más que otros, aspirantes a lo mismo. Invito a  posibles lectores del presente o del futuro a pensar cómo podríamos hacer un aporte provechoso a nuestra generación, con todo afecto.
Fui bautizada en la iglesia evangélica, “la que toca instrumentos”. Es sabido que hay  corporaciones  que no los usan. Particularmente me gusta la música con harta parafernalia, incluyendo batería,  acordeón, guitarras eléctricas y -en lo posible-, bronces . Pero si no hay, la voz humana me parece perfecta para alabar a Dios. De hecho, ningún instrumento reemplaza un corazón  adorador.
Nací en una iglesia que cantaba himnos. Antiguos, medievales, contemporáneos, de todo. Toqué guitarra,  canté en el coro y disfruté aquella época. Hoy mi congregación canta rock, pop, blues, góspel -aunque algunos sueñan con los himnos antiguos-, la música define el estilo de comunidad que queremos ser, doctrinalmente profunda, moderna en la alabanza, amistosa en el trato.
A pesar de la modernidad y el estilo menos solemne, los instrumentos o los ritmos, el principio es el mismo: alabar y adorar al Dios Creador.
Así, en Navidad cantamos villancicos, canciones tradicionales y algunos himnos   reeditados, sin mayores complicaciones.
La desunión por el tema “música” está superada.
Creo.



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Que habite en ustedes la palabra de Cristo
con toda su riqueza:
instrúyanse y aconséjense unos a otros
con toda sabiduría;
canten salmos,
himnos
y canciones espirituales a Dios,
con gratitud de corazón.

Colosenses 3:16
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