lunes, 23 de noviembre de 2015

Mirlos en la ciudad.

Salgo al jardín para dar comida a la Pata.
Está en su nido sin dar señales de vida.
Como casi todas las hembras, tiene sus días de algarabía y otros de quietud (¿tendrán hormonas las patas como nosotras?).
Todavía no logro entenderla bien.
Lo mismo me sucede con algunas mujeres.

Cerca del agua –y sin interesarse en otras aves-, ha llegado una familia de mirlos, su canto se oye por todo el patio, caminan bamboleándose como si de personas se tratara.
Me acerco despacio, ellos no se dan por aludidos, pareciera que no existo.
Acostumbrados a vivir en la ciudad, tal vez creen que soy un mirlo más grande, no sé.
Me siento a observarlos.
Pasean por todo el entorno buscando gusanos o semillas, beben en la pequeña piscina, sus voces atraen pájaros diversos, tal vez les avisan que aquí hay agua para bañarse o que en un recipiente queda alimento para picar.

Es maravilloso descubrir la naturaleza con sus cambios constantes, los días tibios que adquieren diferentes tonalidades, los animales que conviven con las aves en las plazas, los árboles protectores en su plenitud, el jardín que va ampliándose con seres libres y felices.

Así como llegaron, los mirlos se van, ingratos, yo que me estaba acostumbrando a sus canciones y su compañía.
Mantengo el agua y la comida con la esperanza de su regreso.



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Observa a los animales, y aprende de ellos;
mira a las aves en los cielos, y oye lo que te dicen. 
Habla con la tierra, para que te enseñe; 
hasta los peces te lo han de contar.  
¿Habrá entre éstos alguien que no sepa 
que todo esto lo hizo la mano del Señor? 


Job 12:7-10 (RVC)

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(Fotografía gracias a Daniel Mora)

2 comentarios:

Fernando dijo...

Seguro que si se enteran de lo buena que eres volverán enseguida, Ojo Humano.

Qué envidia, que entiendas de pájaros. Para mí todos son eso, "pájaros", un pájaro canta, un pájaro comiendo en el parque, no soy capaz de ir más allá.

Ya nos contarás si vuelven, Ojo Humano.

ojo humano dijo...

Dios quiera que vuelvan.
Sin proponérmelo he alimentado aves, mira tú, que me gustan más los perros y los caballos. Pero he tenido gallinetas, pollos de la pasión, zorzales y un cuantuay. Al final la vida me ha regalado experiencias insólitas con ellos.