lunes, 11 de abril de 2016

Proporción: el dinero.


Entre los evangélicos hay diversidad de opiniones en los tratos con el dinero, el éxito y las bendiciones económicas.
Algunos promueven la austeridad, la moderación y el recato como leitmotiv.
Otros el disfrute, la diversión, los viajes, ropa de modisto -en especial alguno de apellido extranjero-,  la buena mesa.
Algunos tienen manos abiertas para el derroche, regalan, donan, auspician cualquier proyecto por peregrino que se vea; a otros les dicen "mano de guagua" por su tendencia al ahorro y la modestia. Como dice un adagio "el que guarda siempre tiene".

El Evangelio de la Prosperidad  ha dividido aguas, esta corriente teológica  sostiene que Dios desea que seamos ricos, exitosos y felices. Por otro lado están los que se oponen a rajatabla contra todo lo que huela a buena fortuna.
¿Es tan terrible creer que es la voluntad de Dios bendecir sus hijos?
¿Es tan deleznable ser pobre y no alcanzar los sueños de riqueza que se desean aunque se trabaje "como chino"?
¿Dónde cabe la sobriedad que aconseja el apóstol Pablo?
¿Dónde aquello que Dios multiplicará tu siembra? (que obviamente tiene que ver con prosperidad material)

Ahí es donde se puede aplicar la ley de la proporción de la que hablamos anteriormente.
Lo detalla con brillantez el proverbista:
Oh Dios,
te ruego dos favores; 
concédemelos antes de que muera. 
Primero, ayúdame a no mentir jamás. 
Segundo, ¡no me des pobreza ni riqueza! 
Dame solo lo suficiente para satisfacer mis necesidades. 
Pues si me hago rico, podría negarte y decir: « ¿Quién es el SEÑOR?». 
Y si soy demasiado pobre, podría robar y así ofender el santo nombre de Dios. 
Proverbios 30:7-9 (NTV)

Tal vez algunos no estarán en completo acuerdo con esto, cada uno es dueño de vivir su vida según la revelación de Dios le conceda. Mi amiga S. sostiene que la medida de las necesidades de unos no es la de los otros.  No creo -me dice- que Dios desee que andemos a "pie peláo".
 
La bendición de Dios no es solo una suculenta cuenta bancaria y algunas propiedades en barrios top ; creo que eso es tan efímero como el verano que se fue,  apenas nos dimos cuenta cómo fue pasando y ya estamos en otoño con todo lo que significa.
No alcanzo a comprender a cabalidad la bendición de Dios,  un total tan amplio,  tan profundo, enorme, inextricable que no puedo sino darle gracias en cada momento.  Solo percibir su cuidado y provisión a través de los años, su amor innegable, su revelación  al espíritu...casi me quedo sin palabras.





(Ilustración Mafalda, gracias a Quino)

5 comentarios:

Fernando dijo...

No conozco muy bien el tema, Ojo Humano. Cuando estudiábamos la Reforma en Historia, en el colegio, aprendíamos que para Calvino la prosperidad material era síntoma de que Dios había predestinado a ese hombre a la salvación y que la pobreza era síntoma de lo contrario. También aprendíamos que Lutero y sus seguidores no estaban de acuerdo con esto. Siempre me pareció más sensata la 2ª tesis: hay gente muy mala que gana mucho dinero, no te puedes creer que esa gente se salve antes que otro pobre bueno a quien la vida le ha ido mal. Supongo que esta distinción tendrá algo que ver con las dos tesis que explicas en el post.

Para mí vale mucho la parábola del rico y del pobre que mueren: el 1º se condena -entre otras cosas, supongo- porque ya disfrutó en vida y se olvidó de sus hermanos pobres; el 2º se salva.

ojo humano dijo...

Fernando, el evangelio de la prosperidad es una tendencia moderna. En el link se explica un poco.
Creo que el dinero no tiene mucho que ver con la salvación (que es por gracia) sino en el buen o mal uso- que le damos y por el que obviamente deberemos dar cuenta.
¿Has estado bien de salud?

Susana dijo...

Yo creo que lo mejor es tener lo que necesitas realmente. Un beso.

Fernando dijo...

Sí, gracias.

Y gracias por la aclaración doctrinal.

ojo humano dijo...

Susana, " Mi amiga S. sostiene que la medida de las necesidades de unos no es la de los otros."
De eso se trata. Un abrazo.


Fernanado, me alegro que estés bien.