lunes, 30 de mayo de 2016

Margaritas de otoño.

Ya dijimos que no hay un otoño igual a otro, sin duda.
Me detuve a mirar las margaritas amarillas que en esta época brillan con vestidos recién estrenados, mientras las hojas del plátano oriental se dejan caer gráciles sobre ellas, como en un juego secreto.

Algunas personas -como estas flores- renacen en toda su fuerza con el frío y la lluvia.
"Yo -dice una amiga- prefiero el invierno"

Otras -como los árboles- invernamos, hibernamos, cubiertas de lanas-algodones-chaquetas-pañuelos-ponchos-pantalones-frazadas-estufas-gorros y demases.

En la creación que Dios nos ha regalado, todo tiempo tiene su propio encanto.


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 Así que, ¡adelante! 
Come tus alimentos con alegría y 
bebe tu vino con un corazón contento, 
¡porque Dios lo aprueba! 
¡Vístete con ropa limpia y échate un poco de perfume!

Eclesiastés 9:7-8

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(Fotografía de las margaritas de mi jardín. Esplendorosas)






2 comentarios:

Susana dijo...

Qué bonitas. Un beso.

Fernando dijo...

Me pasa como a ti, Ojo Humano: sólo hay vida real en verano. Pero hay que pasar lo otro, claro.

Gracias por compartir la foto. Desde luego, el contraste es gracioso: las margaritas llenas de vida, la hoja ya muerta. Los colores preciosos, sin duda.

Ánimo.