lunes, 10 de abril de 2017

Pastor.

Cada noche salgo al jardín y miro las estrellas con la esperanza de descubrir una nueva, aunque las que hay ya son absolutamente hermosas.
Pienso en el cielo de Abraham y pienso en ti, pastor.
Tú que vives en el lugar más austral de la tierra, en la frialdad de los hielos; tú que vives en el desierto más seco de la tierra y ahí pastoreas contra el viento y la dureza del terreno.

Pienso que tal vez miras este mismo cielo y ruegas por tu pueblo, esos pocos seres (o muchos, depende cómo se cuente) que escuchan tu palabra, que reciben la bendición de tu oración 365 días en el año; te veo yendo al hospital, al cementerio cuando una madre entierra un hijo; te veo llevando un regalo de cumpleaños a un niño o cantando a “capela” porque no alcanzan los ingresos para instrumentos musicales.
Te veo en el púlpito durante las 52 semanas, cada domingo animas, bendices, ministras a esos fieles (y a los no tan fieles), oras por ellos y con ellos. Escucho tu palabra y mi corazón renace, los huesos se vitalizan, la sangre vuelve a correr y los pensamientos bullen cuando regreso a casa. La Palabra de Dios se hace vida en tu voz. Creas mundos llenos de eternidad, pastor.
Sé, tengo esa rara certeza que cuando te paras en la plataforma a pesar de tus propios dolores, Dios desciende al corazón de cada oyente. La noche es más clara, las estrellas más brillantes, el sol más cálido, el río más limpio, el mundo más amable. Has vencido las oscuras fuerzas y has expuesto la Palabra que trae luz y libertad.

No eres célebre o popular, apenas eres un pastor en el desierto, en el punto más antártico del planeta, entre cerros, playas, quebradas, campos, calles polvorientas, barrios hacinados y peligrosos, en suburbios violentos y amenazantes. Y sigues ahí.

Muchos dicen que la cantidad de ovejas es la que cuenta, pero no les creas. Cada pastor conoce las suyas y tú las amas, es ese amor el que hace valiosa la tarea,  es tu presencia cuando tengo un problema y no sé a quién llamar y te llamo y tú estás ahí aunque sean las tres de la madrugada.
Muchos dicen que hay que ser joven para labores de esta índole -se dicen tantas cosas-, no les creas, tú eres el adecuado para ese lugar, para este día y para esas pequeñas ovejitas que nacen y crecen con tu cuidado. No te preocupes de la edad, del griego, del hebreo, de las teologías varias que suben y decrecen como la espuma de las olas, tú ámanos como nos amas y seremos fieles.

Parafraseando al proverbista “muchos hombres hicieron el bien, pero tú sobrepasas a todos”.
Gracias por ser nuestro pastor.



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"Los entendidos resplandecerán 
como el resplandor del firmamento;
 y los que instruyen a muchos en la justicia 
serán como las estrellas por toda la eternidad."

Daniel 12:3 (RVC)

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3 comentarios:

Silvia Parque dijo...

Qué hermoso.

ojo humano dijo...

Gracias querida Silvia.
Es una bendición contar con alguien que te ayuda
Un abrazo. Que tengas unos bellos días de Semana Santa.

Silvia Parque dijo...

Igualmente, ojo humano.