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sábado, 17 de diciembre de 2022

Humo sobre Santiago.


Ayer fue un día casi irrespirable.
Los incendios en las cercanías de Santiago han contaminado el ambiente; prohibidas las actividades deportivas y en algunos lugares las personas regresaron temprano a sus hogares. 
Un verano caluroso. 

Recordé que entre las palabras favoritas para ganar este año en el español es: Apocalipsis. 

"La amenaza de una guerra nuclear o la emergencia climática son dos de los motivos que han elevado en 2022 la presencia de esta voz. Desde el punto de vista lingüístico, para aludir a un conflicto que implica exterminio o una gran devastación, es preferible el empleo de apocalipsis en lugar de armagedón, que es la denominación del lugar en el que se supone que tendrá lugar la batalla entre el bien y el mal, según el libro bíblico del Apocalipsis."

Este breve momento de humo sobre Santiago nos llevó a meditar en la fragilidad de nuestro medio ambiente y cuán fácil es poner en riesgo miles de vidas por poca prevención.

Si te interesa oír el libro de Apocalipsis, aquí una buena versión:







Fotografía tomada de El País


viernes, 6 de agosto de 2021

Historias del Apocalipsis (parte final)

 
Como mi abuela soñó con el Apocalipsis a veces pienso en ese tiempo adverso que el apóstol Juan lo escribió para su generación y de pasada para nosotros. 
A diferencia de Juanita veo el Apocalipsis como un libro (y una época)  de esperanza. 
Es el único lugar de la tierra donde Dios nos dice: “¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.” (Apo.3:20) 

El Apocalipsis se escribió para una Iglesia perseguida y sus imágenes nos hablan de la justicia que los sufrientes esperan, el fin de un tiempo inmoral y la venida de una época bendita y eterna. 

“— Esta es la morada que Dios ha establecido entre los seres humanos. 
Habitará con ellos, ellos serán su pueblo y él será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo viejo ha desaparecido. 
El que estaba sentado en el trono anunció: 
— Voy a hacer nuevas todas las cosas. 
Y añadió: 
— Palabras verdaderas y dignas de crédito son estas. ¡Escríbelas!” 
(Apoc. 21)

Cuando escuches o leas este nombre Apocalipsis recuerda que es una palabra llena de esperanza donde puedes vislumbrar un renacer de la humanidad en óptimas condiciones, tal como alguna vez lo has soñado. 
Esperamos con fe.


viernes, 23 de julio de 2021

Historias del Apocalipsis (parte cuatro)

Aquella semana las nubes amenazaron todos los días con lluvia. 
El padre, viudo con seis hijas, se levantó –como se dice en el Sur- con el pie izquierdo. 
La abuela Juanita atendía la cocina, disponía la mesa, los dos pequeños jugaban cerca. Sin decir muchas palabras el padre le avisó que cargara la carreta con sus pertenencias y se fuera a la ciudad. 
Estaba aburrido de sus visiones, su prédica de fin de mundo y su “locura” apocalíptica. 
Tu tía, le dijo, podrá entenderte mejor y en el hospital podrán curarte. 

Dócil y obediente, cargó su ropa, unció los bueyes, puso los niños en un cobijo y se fue hacia lo desconocido. Su primo guiaba el carruaje.
Justo en ese momento se inició la lluvia. 
Viajaron un par de horas; los bueyes tropezaron y la carreta se tumbó hacia un lado. Mi madre con apenas cuatro años voló hacia el suelo y la abuela gritó “ángel de Dios, protege mi niña”. 
Mamá contaba que una especie de remolino helado la dejó caer con suavidad en tierra, totalmente ilesa. Lograron enderezar las ruedas  y siguieron viaje hasta llegar al abrigo del hogar que les acogió. 
La tía Eduviges leía la Biblia cada día; allí descubrieron un libro llamado Apocalipsis y la abuela supo que no estaba loca.



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El ángel del Señor  
acampa alrededor de los que le temen, 
Y los defiende.

Salmos 34:7

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viernes, 16 de julio de 2021

Historias del Apocalipsis (parte tres)

 

Juanita salió  en la mañana corriendo de su casa en camisón. 
Lograron encontrarla en la pequeña plaza del pueblo hablando con las personas que pasaban.
Este mundo, les decía, se terminará. Dios me ha mostrado un gran árbol que crecía hasta el cielo, una mano lo tomaba del tronco y empezaba a mecerlo de tal manera que sus hojas llenaban la tierra. Luego volvía a agitarlo y caía ceniza sobre las hojas dejando la superficie gris y seca, sin posibilidades que creciera de nuevo la hierba o los hombres pudieran habitarla.
Por favor, gritaba, vuélvanse a Dios antes que esto suceda.
Cada persona se maravillaba que una joven tan bella se hubiera trastornado de esa manera. 

Afortunadamente la casa paterna era amplia, la confinaron en una pieza con llave.

Pasaron los años y la noticia se viralizó en los medios, el volcán Chaitén  hizo erupción,  dejó la tierra inhabitable por años, llena de lava y cenizas. Se perdieron  bienes, cosechas y animales; una de las grandes tragedias de los últimos años. 
No sé si la tierra sufrirá esos desastres alguna vez o si las visiones de Juanita eran proféticas o producto de su trastorno temporal. El mundo ha soportado cataclismos de toda índole en casi todos los continentes, Dios nos mire con misericordia si alguna vez suceden en nuestras tierras. 



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Y en los postreros días, dice Dios, 
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, 
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; 
Vuestros jóvenes verán visiones, 
Y vuestros ancianos soñarán sueños;

Hechos 2:17

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viernes, 9 de julio de 2021

Historias del Apocalipsis (parte dos).

Cuando nació su primogénita, mi abuela Juanita sufrió un trastorno radical de su personalidad, habitualmente dócil y pacífica. 
En una época donde cualquier crisis psicológica era tildada de locura, ella sufrió ese estigma con privación de libertad a modo de terapia. 
Poco se sabía de la depresión pos parto que explica las conductas extrañas de las madres, en especial si son primerizas. 

La primera alucinación fue una noche de verano, ese año fue el más bochornoso del siglo, salió al patio y vio una luz que se movía en el cielo dando giros y movimientos que la invitaban. Mujer joven y curiosa caminó sin mirar que se internaba en la profundidad de la laguna donde se almacenaba el agua de riego. 
Para su buena fortuna (y la de mi madre) la sacaron del agua medio ahogada pero sin lesiones. Con una fiebre altísima estuvo varios días desvariando con aquella luz que la invitaba con vehemencia a seguirla. La encerraron por tres meses, hasta que recuperó la estabilidad. 

Cuando nació su hijo (mi tío Enrique) empezaron las  visiones y sueños apocalípticos. 


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Dichoso el que lee 
y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético 
y hacen caso de lo que aquí está escrito, 
porque el tiempo de su cumplimiento está cerca. 

 Apocalipsis 1:3 (NVI) 

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(Pintura tomada de Pinterest)


viernes, 2 de julio de 2021

Historias del Apocalipsis (parte uno)

 

Vi esta imagen de la erupción del volcán Taal en Filipinas y recordé a mi abuela Juanita que tuvo visiones del Apocalipsis en una época donde el cambio climático no existía ni en los diccionarios. 
El mundo está siempre en cambios y no es de asombrarse que el clima también. La pregunta es ¿cuál es el aporte del ser humano a la transformación del clima?

En estos días me dedico a leer el libro del profeta Daniel que se estudia en conjunto con Apocalipsis por la relación de los temas que tratan, el fin de los tiempos. Aunque  no soy fatalista (si, tal vez un poco), los escritos no se pueden desconocer y, a la luz de los acontecimientos,  tomarlos en serio no es ningún  despropósito. Más aún,  el acercamiento a la Palabra de Dios nos da una nueva comprensión de los cambios culturales que no podemos desconocer.

El mundo se mueve y nosotros con él. Una cosa no cambia, lo que fue escrito. 
Mi abuela tuvo una visión de estos tiempos y lo contó a mi madre. Al calor de un brasero, en días de invierno como hoy, mamá me relataba las historias de Juanita. 
Leo el capítulo 19 y siento una gran paz, hay un día en el futuro que nos proyecta a la esperanza.


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También oí una voz que parecía el rumor de una gran multitud, 
o el estruendo de muchas aguas, 
o el resonar de poderosos truenos, 
y decía: «¡Aleluya! 
¡Reina ya el Señor, nuestro Dios Todopoderoso! 
 ¡Regocijémonos y alegrémonos y démosle gloria!

Apocalipsis 19:6

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viernes, 19 de febrero de 2021

Volver o no volver.


La delicada epidermis nacional está que arde. 
Volver a clases porque “los niños están primero”. 
No volver a clases “porque no están dadas las condiciones”. 

Es posible que la mayoría de los países deban solucionar la disyuntiva de cuándo reiniciar lo que lindamente se ha dado por llamar “nueva normalidad”
Mi amiga D. asegura que pasarán años para que volvamos a la vida “de antes”. 
Así las cosas, los niños y las niñas deberán seguir con el Zoom, una madre decía que hay un celular en casa para tres alumnos de diferentes edades, no sé cómo lo hace. 
Algunos felices de regresar a sus aulas, a los amigos, al mundo social; otros con ciertas aprensiones. 
Sin duda los cambios nos incomodan, pero con buen ánimo, cuidado sanitario y perseverancia podremos superar nuestras divergencias. 
Creo. 
Hasta yo –que pasé la edad escolar- estoy ansiosa por reiniciar mis clases en marzo.


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 Escribe esto que has visto, 
 y lo que ahora sucede, 
 y lo que va a suceder después de esto.

 Apocalipsis 1:19 (RVC)


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Fotografía: Regreso a clases en Argentina.



viernes, 8 de junio de 2018

Lee poesía, hace bien para la salud.

" Lee, Señor mis versos defectuosos
que quisieran salir pero no salen:
ya ves que poco valen mis esfuerzos 
y mis desdichas ay qué poco valen."
Oscar Hahn

Ante la incredulidad que se extiende, leo poesía.
Descubro el corazón de David en los Salmos, de Salomón en los Proverbios, a Sor Teresa, a los poetas de la lluvia y del sol, antiguos y modernos, asiáticos, americanos, europeos.

El mundo se desconcierta con petitorios banales (tal vez no tan banales, todavía no está muy claro).
Leo poesía para resistir el precipicio.
Quiero estar en el centro, las orillas me aterran.
Los cambios llegarán, sin duda. Todo cambia, dice una canción y nuestro sentido común lo sabe por experiencia.
El mundo ha tenido transformaciones desde que es mundo, toda generación tiene derecho a tropezar con sus propias piedras y sacarse la mugre.
Llorar y vociferar está en nuestro ADN.
Esta vez nos toca a nosotros, la vorágine amenaza la seguridad, una incertidumbre se instala en la mente global  y se esparce a todos los rincones.

Leer poesía para soportar y salvarse de la locura colectiva.



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Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono
 un libro escrito por dentro y por fuera, 
sellado con siete sellos. 
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: 
¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? 
 Y ninguno, ni en el cielo 
ni en la tierra, ni debajo de la tierra, 
podía abrir el libro, ni aun mirarlo. 
Y lloraba yo mucho, 
porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, 
ni de leerlo, 
ni de mirarlo. 

Apocalipsis 5:1-4

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jueves, 19 de enero de 2017

Las bellas letras.

Le pregunto a un amigo cuál es la letra más adecuada para usar en un libro breve que me han encargado. Me indica algunas páginas donde se pueden bajar letras.
Descubro un mundo, como todo lo que una ignora, un mundo que me ha quedado “como poncho”, o sea, grande.
Le hago empeño y me inclino por algunas letras de hermosa grafía:
Me han gustado la Garamond, suave y fácil de ver.
La MiriadPro, la TrajanPro. 
Todas tienen un atractivo magnético a la mirada, por las noches sueño con ellas, hay una revolución gráfica en mi cabeza.
Ando como sonámbula por las calles mirando los letreros, las combinaciones, imagino al diseñador soñando cómo hacer para impactar el ojo del observador. Cómo decidirse entre tantas, es difícil elegir.
Tal vez se desveló igual que yo con tantos signos. 
La belleza nos asalta hasta en las letras.

 (Me pregunto ¿qué gráfica usaría Jesús cuando escribió en el suelo?)


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 Escribe esto que has visto, 
y lo que ahora sucede, 
y lo que va a suceder después de esto.

Apocalipsis 1:19


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miércoles, 21 de septiembre de 2016

La voz interior, de Henri Nouwen.

En estos días de fiestas nacionales me dediqué a lecturas pendientes.
Entre los muchos libros que he recibido de regalo -en papel y digitales-, descubrí a Henri Nouwen.
Muchas de sus interrogantes son las de todo ser humano (y las mías)  que, en algún momento, se enfrenta a sus miedos, a momentos de dolor, a su esencia de creyente.

"Este libro es mi diario secreto. Fue escrito durante el periodo mas dificil de mi vida, que fue desde diciembre de 1987 hasta junio de 1988. Fue un periodo de extrema angustia, durante el cual me preguntaba si podria seguir soportando mi vida. Todo se estaba viniendo abajo: mi autoestima, mi energia para vivir y trabajar, mi sensacion de ser amado, mi esperanza de sanacion, mi fe en Dios... todo. Aqui estaba yo, un escritor de la vida espiritual, conocido como alguien que ama a Dios y le da esperanza a la gente, aplastado en el suelo y en una oscuridad total.
¿Qué había sucedido? Me había enfrentado a mi propia nada. Era como si todo lo que le había dado
sentido a mi propia vida se apartara y no pudiera ver frente a mi nada mas que un abismo sin fondo."


Lo he puesto en  Drive para compartirlo, si deseas leerlo o bajarlo. Es un volúmen pequeño.
Espero que su lectura te sirva y te anime.
Hay otros que  han pasado por ese camino difícil y han salido enteros, fortalecidos y mejores.

https://drive.google.com/file/d/0ByT2RWiEGfzOLTJaWGxDN1FRUU0/view



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Feliz  el  que  lee...

Apocalipsis 1:3

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lunes, 2 de mayo de 2016

Chile antes de Chile, mapuche.

En cada chileno hay un mapuche camuflado.
Alguno puede alegar que es heredero de españoles-franceses-ingleses-gringos, indudablemente nadie desconoce el ascendiente sanguíneo de extranjeros que vinieron de otros continentes.
Compartimos con la "gente de la tierra", amerindio, precolombino, natural y ancestral, toda una gama de costumbres, paisaje, idioma, lenguaje, espacios, mar, cordillera, y en muchos el ADN.
El Sur fue nuestro hábitat.
Cuando emigré a Santiago - la gran ciudad-, traía en la maleta una legado precioso, recetas de comida, forma de vestir, adornos, palabras, un carácter forjado en la lluvia y el frío.
Nací mezclada, lo reconozco. Abuelos mapuches,  abuelos españoles, una fusión que convive en mi sangre sin sobresaltos.
Puedo comer catuto y paella sin problemas,  decir hola, hello, shalom,  y mari mari peñi, según el interlocutor y el grado de amistad.

¿Quiénes son los mapuches?
¿Quiénes fueron?
Antes que Chile fuera lo que es, ellos eran los habitantes de este suelo,  cazadores,  nómades antes de todo, habitantes de Sur del mundo. Agricultores, pescadores, la fuerza de la naturaleza y la convivencia les dio una identidad de gente pacífica, aunque con el enfrentamiento español se terminó esa fama.
Cada chileno tiene algo de los ancestros, un poco de esto y de aquello, compartimos una identidad que nos hace comprendernos y aceptarnos.  



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Y todos ellos cantaban esta nueva canción:
«Sólo tú mereces tomar el libro
y romper sus sellos.
Porque fuiste sacrificado,
y con tu sangre
rescataste para Dios,
a gente de toda raza,
idioma, pueblo y nación.

Apocalipsis 5:9


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domingo, 27 de marzo de 2016

Tarde en el camposanto.


“…cándido tiempo
 que yo no puedo abrir 
y cerrar 
como una puerta” 

(Mario Benedetti )

Habrá otro tiempo sin tiempo.
Habrá un cielo sin cielo.
Sin noche.
Sin luz de sol. Ni luna.
Otra tierra (¿o la misma recreada?)
Ni la mayor  mente creativa puede mostrarnos el tiempo después del tiempo.

Hablamos de gracia.
Hablamos de salvación.
Redención.
Sacrificio es una palabra común a muchos credos.
Hablamos de crucifixión.
Resurrección.
Palabras que intentan infructuosamente explicar lo inexplicable.
No sabemos hablar de lo que está porvenir, al otro lado de la muerte.

Camino entre  lápidas, muchos nombres que no conocí, un lugar de amplios prados verdes, perfume a pasto recién cortado, algunas cruces desafían el viento tibio del otoño. Más allá un remolino y unos globos de colores revolotean sobre el nombre de un pequeño,  recuerdo de uno que no alcanzó a distinguir su mano izquierda de su derecha.
Los cuerpos –o lo que queda de ellos- no escuchan nuestras voces ni perciben nuestra presencia. Ajenos a lo que ocurre en la superficie, esperan.
Ni ellos saben quiénes somos,  ni nosotros sabemos dónde están ellos.



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"El ángel que yo había visto de pie 
sobre el mar y sobre la tierra
 levantó al cielo su mano derecha
 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, 
el que creó el cielo, la tierra, el mar
 y todo lo que hay en ellos, y dijo: 
¡El tiempo ha terminado!

 Apocalipsis 10:5-6 

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jueves, 18 de febrero de 2016

Marejadas, montaña.

Nos prometen para los próximos días violentas marejadas.
¡Qué cosas!
La  Fragata Portuguesa nos dejó sin playa, el Pacífico parece que nos tomó tirria.
No termina de armonizar el verano con los veraneantes.

Más de 4.000 kms. de costa y sin posibilidades de darse un chapuzón en el mar, digo, la tina del baño siempre estará disponible.
¿Por qué este año ha sido tan caprichoso y taimado?
 Algunos dicen “por el cambio climático”
Otros por las tormentas en el hemisferio Norte.
Una amiga ha llegado a sugerir que alguien nos echó “un mal de ojo”, porque tú sabes, en Chile si de opiniones se trata, proliferan tantas como chilenos hay.

 Marejadas más, marejadas menos, el calor nos ha bendecido con frutas a mil, ha sido un tiempo pródigo, sandías enormes, melones como almíbar, uvas, frutillas, tomates ¿qué importa si no podemos darnos una zambullida de agua salada?
Para algunos ha sido difícil, para otros la oportunidad de diversificar intereses y sacar beneficios de una imprevista temporada. La montaña, habitualmente hermana menor de la playa ha sido descubierta en su paisaje encantador, sus villas llenas de buenas costumbres y ricos sabores, su gente apacible y sencilla.
Toda una sorpresa turística.

Como reza aquel dicho No hay mal tan malo que no resulte algo bueno” 



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«Digno eres, Señor y Dios nuestro, 
de recibir la gloria, la honra y el poder, 
porque tú creaste todas las cosas; 
por tu voluntad existen y fueron creadas.» 


Apocalipsis 4:10 


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lunes, 28 de septiembre de 2015

Etiquetas.

En un país tan politizado como el nuestro, no pertenecer a la derecha o a la izquierda es raro, al límite de lo sospechoso.
Más aún, si no eres de la Roja, la U o el Colo-Colo, peor.
Somos suspicaces al momento de calificar a la persona que no tiene etiqueta (o no la muestra), nos provoca temor. Pertenecer a algo es lo correcto, lo usual, lo conveniente para nuestra sanidad mental.

Sucede que la política no es mi tema (menos el fútbol), como para otros no lo es la religión o la astronomía y nadie se espanta, no le miramos raro ni nos parece misterioso.

Sí, claro está, tengo mi chapa.
 Evangélica Pentecostal, sí, de esas que leen la Biblia, tocan guitarra y dicen !Gloria a Dios!
Ahí respiras aliviado. Este espécimen no es una extraterrestre disfrazada con falda y tacones. Puede que no sepas nada de los evangélicos, ni hayas entrado en tu vida a una iglesia, pero ahí está la etiqueta, la marca, el signo.

La libertad de alguien suena a trampa, anarquía,  cercano a un camuflado terrorismo.
Nadie puede ser libre totalmente, cuestionamos.
Tal vez esa es la razón que en el Apocalipsis de Juan se lean estas palabras:   "Además logró que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente,  de modo que nadie pudiera comprar ni vender, a menos que llevara la marca..."     (Apocalipsis 13:16-17)






lunes, 26 de mayo de 2014

Apocalipsis, la esperanza.


Hacemos un breve ejercicio en nuestra clase de Apocalipsis, ya en los últimos capítulos. 
Nos sentamos tranquilos en nuestro lugar habitual de trabajo, cerramos los ojos y meditamos en las palabras del apóstol Juan:  

“Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y también el mar. Oí una fuerte voz que salía del trono y decía: « ¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más». (Cap. 21)

Luego se nos pregunta por la impresión que esto ha provocado en cada uno la lectura de este pasaje. 
Paz, felicidad, esperanza, certeza, alegría, las respuestas son variadas. Hay en el ambiente un aire liviano pero respetuoso, como si no quisiéramos romper el frágil y asombroso instante.

Mientras escribo recuerdo por un momento al hno. Warren Wiersbe : “El agnóstico y el ateo tienen todo el derecho de preocuparse (como alguien ha dicho) “no cuentan con ningún medio invisible de apoyo” 


viernes, 16 de mayo de 2014

Gente común.

Muchos predicadores –en el fervor de la palabra- declaran sobre los feligreses promesas difíciles de concretar. 
¿Qué hay si no llegas a ser “grande” como lo expusieron? 
O ¿no cambias el mundo, no eres famoso ni eres enviado de misionero a la Conchinchina? 
O… 
Tal vez nunca viajes más allá del Transantiago. 
Ni seas un predicador lleno de fuego. 
Menos aparecerás en la tele ni en ningún medio de comunicación. Ni serás famoso, notable y rico. 

La Juani camina con bastón, apenas sabe cantar, no atina a leer de corrido, con suerte sabe tocar el timbre, no conduce ni un minúsculo marutti y ya pasó los cincuenta. 
Ni tiene Facebook, Whatsapp o e-mail. 
Pero, por alguna razón se le ama. 
No, digo mal, se le quiere por muchas razones. 
Indefensa, amable, sonriente, optimista, dadivosa. Ríe por sí y por no, no se queja “¿en qué ayudo?” es su pregunta habitual. 
En la celebración del día de las madres llegó con pequeños paquetitos, primorosos y sencillos para algunas mujeres del grupo. 
Agradecida, eso es. 
Y desconocida para el mundo más allá de nuestro barrio. 

Pienso en los 500 seguidores de Jesús. 
Todos nos emocionamos con los 12, analizamos sus logros, sus vidas virtuosas. 
¿Qué hay de aquellos que nunca se nombran? 
¿Cómo era la forma de vivir, la devoción de los 3.000 que se unen a la naciente iglesia del libro de Los Hechos (2:41) 
La mayoría de ellos sin nombre, judíos y gentiles. 
La mayor parte de ellos no fueron apóstoles, pastores, o eclesiásticos. 
Artesanos, agricultores, pescadores, vaya a saber una. Padres de familia, madres solas, hijos abandonados, niños traviesos que crecen tan rápido. 

Gente común que cultiva un jardín o vende telas. Personas que cumplen un horario y se acuestan rendidas. Sin registro para la historia del mundo. Apenas un verso: Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 
3.000, muchos de ellos volvieron a sus hogares. A la vida rutinaria y desconocida. 

He conversado con chicos y chicas que sueñan con ser el próximo apóstol Juan del siglo XXI, Pablo, Lucas, Pedro, María, Juana –por cierto es bueno soñar-, luego los noto frustrados porque apenas pueden pasar de curso, les cuesta la disciplina, no leen ni su libro de deberes (poquito la Biblia), y sí, confían que Espíritu Santo les ayude. 

No tenemos un biógrafo que relate nuestras hazañas, cotidianas y prosaicas. 
Ni una casa editora que compre los derechos de nuestros escritos. 
Ni un mecenas que auspicie nuestra música.
Mi amigo R. ha publicado sus libros a pulso, casi siempre perdiendo dinero.

Vidas mínimas que barren la vereda para tener limpio el entorno. Manos amasan para dar pan al hambriento (parece que nunca se sacian), cocinan, cosen vestidos, atienden una oficina, cuidan abuelos, crían nietos, conducen un taxi, caminan largos trechos para llevar los hijos al colegio, se aburren en reuniones de apoderados... 

Y aman a Dios, su Palabra, ofrendan para las misiones, se aprenden un salmo, oran breves momentos y cantan en sus templos ¿no están todos ellosinscritos en el libro de la vida de Jesucristo”





P.S: Dedico este post a  mis amigas de la Iglesia donde me congrego y  a quienes amo.
Para mi amiga de Milicia en el Sudeste Asiático.
Para mi Run -Run que se fue para el Norte.
En fin, escribo para ti, Shony, Juani, Tamy, Débora, Fernando (el de España y el de acá), Carmencita de la Ofis. Nacional, María, Paty, Ramón, Gladys...y las muchas pequeñas que están creciendo.

lunes, 12 de mayo de 2014

La sorprendente esperanza.

En nuestra clase de domingo estudiamos el capítulo 19 de Apocalipsis. 
Grandioso es un adjetivo insuficiente para tan sorprendente esperanza que se revela con amplitud a nuestra comprensión. 
Que tú y yo estemos en ese tiempo y espacio de la eternidad no es improbable o hipotético. 
Más bien es la asombrosa esperanza con la que concluyen los últimos capítulos de la Biblia: 

 “También oí una voz que parecía el rumor de una gran multitud, o el estruendo de muchas aguas, o el resonar de poderosos truenos, y decía: 

«¡Aleluya! ¡Reina ya el Señor, nuestro Dios Todopoderoso! 
¡Regocijémonos y alegrémonos y démosle gloria! 
¡Ha llegado el momento de las bodas del Cordero! 

Ya su esposa se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y refulgente.» 
Y es que el lino fino simboliza las acciones justas de los santos. Entonces el ángel me dijo: 

«Escribe: “Bienaventurados los que han sido invitados a la cena de las bodas del Cordero.”» 
Y también me dijo: «Éstas son palabras verdaderas de Dios.» 




sábado, 29 de marzo de 2014

Síndrome de Trithemius

A nuestra reunión dominical asiste todo tipo de personas.
Y personitas.
Apenas se empina por los cuatro meses y ya tiene la tecnología incorporada en sus dedos.
Lo miro con asombro, toma el celular y con impericia (que por cierto cambiará en pocos meses) juega haciendo rodar el índice por la pantalla. Gorjea cuando aparece alguna imagen.

Me estremece el futuro, la amplia propuesta de la tecnología y sus impredecibles posibilidades.
Algunos estudiosos dicen que vivimos el Síndrome de Trithemius, temor a las tecnologías y las redes sociales que cambiarán el mundo (es un hecho que ya ha cambiado), como el monje aquel temía a la imprenta y a los cambios que ella produjo en el mundo medieval.

Dije “me estremece el futuro”, es verdad, la maravillosa gama de oportunidades, la magnífica extensión del saber, el conocimiento de Dios y su mente infinita, tanto por conocer que tal vez no sea suficiente una vida.

¿Serán capaces de lograr la paz los habitantes del futuro?
¿Serán competentes en lograr la justicia sin discriminar?
¿Serán más felices?
¿El gobierno será más equitativo?
¿Habrá más respeto por el nonato?
¿Serán menos violentos?

¡Tantas preguntas!
Solo Dios conoce las respuestas.


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Y vi en la mano derecha 
del que estaba sentado en el trono 
un libro escrito por dentro y por fuera, 
sellado con siete sellos. 
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: 
¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? 

Apocalipsis 5:1-2

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viernes, 21 de junio de 2013

Biblioteca.


¿Qué cien libros de ficción se deberían conservar en los hogares? 
Vaya, qué pregunta difícil.
 “De La Biblia a García Márquez. Entre medias, como en toda lista, no sobrará ningún libro, pero sí faltarán algunos, según cada lector, de acuerdo al ejemplo de lista que presenta…” (*) 

Hace algunos días entré en una farmacia de estas modernas. 
A oscuras la vendedora me buscó un frasco de propóleo en spray. 
A oscuras hizo una boleta como en los tiempos antiguos, escrita con lápiz bic en un talonario, la copia fue para mí, el original queda para el SII (Servicio de Impuestos Internos). 
Ambas nos reímos, ¿qué haremos si estos inconvenientes suceden muy seguidos? 
¿Dónde leeremos cuando la electricidad sea un bien costoso por su escasez? 

Dicen que los libros de papel desaparecerán, que serán un recuerdo en la mente colectiva, que los digitales son el futuro…se dicen tantas cosas. 
Es verdad, el papel se deteriora con los años. 
El papel será un bien escaso, los libros de papel están en vías de extinción como las pieles o la vitela. 
Ese particular olor que tiene el cuché,la brillantez,  esa suavidad, la textura de algunas láminas, todo será historia. 
Nadie hoy añora las antiguas escrituras en pergaminos…no se extraña lo que no se ha conocido. 
Alguna vez mis libros serán leyendas urbanas, deshechos por el tiempo...


(*) 






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Los libros fueron abiertos,

entre ellos el libro de la vida.





Apocalipsis 20:12



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